Por Raquel Bierzwinsky
Escuchen bien y háganse un favor en la primera oportunidad que tengan: vayan a
cenar a Chez Sardine. Si no
salen de allí tan emocionados como yo salí, me pueden escribir o hablar por teléfono y les reembolso
el dinero de la cena.
Ubicado
en la esquina de las calles W10th y W4th, este es uno más de recientes
restaurantes que el restaurantero/empresario Gabe Stulman (Perla, Joseph
Leonard, Jeffreys, entre otros) ha abierto en el West Village y les confirmo
que es una joya. El restaurante no
es francés y no ofrece sardinas en su menú, pero sí ofrece uno de los menús más
creativos y diferentes que he probado últimamente en cuanto a sushi y otros
platillos japoneses estilo Izakaya (una taberna japonesa).
El
lugar es pequeño e íntimo, pero con un ambiente que refleja la actitud moderna
detrás de la cocina de su chef Mehdi Brunet-Benkritly. De la lectura del menú a veces es
difícil imaginarse el producto final, pero en la mayoría de los casos funciona
y muy bien. La presentación es
impecable, al igual que los sabores.
El
ceviche de navajas, uno de los especiales de la noche, servido en la propia
almeja, es una explosión de sabor en la boca. Los hand rolls de cangrejo o de unagi (anguila) son también una
gran opción para empezar.
Ceviche de Navajas
En
cuanto al sushi, no pueden perdérselo. La lista, aunque pequeña, ofrece
combinaciones y sabores inesperados, algunos tal vez para paladar
aventurero. Lo curioso es que la
idea original detrás de Chez Sardine no incluía sushi y ahora es de lo mejor y
más popular que sirve el restaurante.
Cada
sushi se sirve por pieza individual y su balance es tan perfecto, que no se
sirve con salsa de soya. No es si quiera necesaria. Para los amantes del uni, Chez Sardine es obligatorio. No deben perderse el sushi de carne
tártara con uni, combinación inesperada de carne de la mejor calidad envuelta
en alga con una delicada pieza de uni coronándolo.
Sushi de Carne Tártara con Uni
Otro de
mis favoritos es el sushi de unagi (anguila) con tobiko y tempura, que es de lo
mejor que he probado en mucho tiempo.
También el sushi de salmón escocés con pedazos de pretzel y crema de
limón (si, leyeron bien, pretzel) o el smoked artic char (trucha alpina) con
arroz frito o bien, el sushi de fluke cubierto de un pincelazo de lardo
caliente, el cual le da una cremosidad adicional al pescado.
El menú
de Chez Sardine ofrece también una combinación de entradas en platos pequeños y
en porciones más grandes. De los
platos pequeños, resaltan el callo de hacha con uni (raw bay scallops with uni),
preparado con jengibre, cebollín y aoli, así como los "breakfast
pancakes", los cuales son la interpretación de Chez Sardine del matrimonio
entre blinis y hot cakes. Ambos
platillos son espectaculares. Los
"breakfast pancakes" consisten en tres pequeños hot cakes apilados
que, en lugar de tener caviar como un típico blini, aquí son acompañados por
hueva de salmón, tártara de pescado y yogurt. Fenomenales.
De las
entradas en platos más grandes, el wagyu steak con mantequilla de tuétano, cocinado con vinagre de jerez, es una excelente opción. Aunque la presentación es sencilla, la
carne es suave y la mantequilla de tuétano es un excelente acompañamiento. Otro platillo que es el especial de la
casa es el miso-maple salmon head, que como su nombre lo dice, consiste en la
cabeza entera del salmón marinada en salsa de miso y miel de maple. Como con cualquier otro pescado, hay
partes más carnosas que otras y partes más grasosas que otras. Para mí, la parte con mejor sabor es la
mandíbula por ser la más carnosa, pero el platillo en general es muy
bueno. Sin embargo, la entrada
ganadora de la noche es el maki tempura con langosta, aguacate y pork belly. Otro wow en este menú y con una
presentación inesperada.
La
langosta y el pork belly (ya cocinados) vienen acompañados con arroz y envueltos
en alga al estilo maki de sushi, pero capeados y fritos como tempura. Se acompaña con dos salsas: una blanca y otra de hoisin y
soya. Me gustó tanto que por unos
momentos contemplé seriamente pedir otro plato más.
Y
después de este festín ya no nos quedaba espacio para nada más, lo cual fue
bueno porque Chez Sardine no sirve postres, excepto que la concina premió
nuestro apetito y nuestra cartera con un pequeño "regalito"
consistente en una tacita de yogurt con granola hecha en casa, la cual sirven
los sábados y domingos en su menú de brunch.