Tuesday, April 15, 2014

De Nueva Zelandia a Nueva York: The Musket Room

Por Raquel Bierzwinsky


Existen en esta ciudad restaurantes que uno visita y se queda intrigado, ya sea porque la primera vez solo disfrutamos de una probadita o porque reconocimos algo especial y único pero algo más nos distrajo.  Eso me paso con The Musket Room.  Lo visité por primera vez en mi cumpleaños el año pasado con un grupo de amigos, solo tres meses después de su inauguración y, todos coincidimos que nos había encantado, pero entre la fiesta y la copa la comida tomó un segundo lugar.  Así que finalmente decidí regresar, meses después de que la Guía Michelin le había otorgado una de sus prestigiadas estrellas.

The Musket Room es el primer restaurante del chef neozelandés Matt Lambert, quien previamente cocinaba en Public, a solo un par de cuadras al sur en la misma Elizabeth Street, en NoLiTa. Mientras el chef Lambert cocina, su esposa, Barbara, maneja las operaciones y el frente de la casa. 

El concepto detrás de la cocina de The Musket Room es resaltar la comida neozelandesa con técnicas de cocina modernas. ¿Y a qué sabe la comida neozelandesa, se preguntarán? En el Musket Room, deliciosa.

No únicamente confirmé lo que ya suponía, sino que puedo decir que The Musket Room es hoy por hoy uno mis restaurantes favoritos en Nueva York. Es de los pocos lugares que, sin pompa y fanfarria y sin cobrar precios extravagantes, está cocinando de la mejor comida en la ciudad.

El chef Lambert trae desde Nueva Zelandia varios de los ingredientes, así como algunas carnes, por ejemplo el venado, el cual es uno de sus mejores platillos. Su comida es preparada con mucha meticulosidad y atención al detalle, tanto en sabor como en presentación. Lo mismo puede decirse de la carta de vinos, la cual francamente ofrece una selección excelente de vinos neozelandeses que vale mucho la pena probar, más allá de los típicos syrah y sauvignon blanc.

El menú cambia con la temporada y la disponibilidad de ingredientes. Para el menú de primavera, de las entradas, el salmón Ora con mandarina seca, semillas de girasol, puré de mandarina satsuma, aceite de vainilla y gelé de aceite de oliva es excelente. El salmón, aunque parece ser servido crudo, está preparado sous vide, por lo que el sabor es distinto del que se espera visualmente.


Otra deliciosa entrada es el callo de hacha ahumado (scallops), preparado con pera, una reducción de ajo negro, pepino y ejotes (sea beans), decorado con flores comestibles que le dan un toque artístico al platillo y que también son usadas en varios otros platillos.


Les voy a compartir un secreto. Esto de escribir acerca de comida y hacer muchas preguntas a los meseros tiene sus beneficios. Uno de ellos es que los restaurantes a veces me traen platos a probar adicionales a los que he pedido, cortesía de la casa.  En este caso, me consintieron con un flan de coliflor coronado con caviar y acompañado de coliflor cruda y una croqueta de pan, que estaba delicioso. Definitivamente la cocina sabía lo que estaba haciendo.


De los platos principales, hay dos que son verdaderamente extraordinarios: El venado rojo neozelandés preparado con sabores de ginebra y el mero (grouper) con alcachofas.

El venado es un platillo típico neozelandés y, para darle sabores de ginebra, se acompaña de merengue de enebro (juniper - utilizado en la ginebra), jugo de anís, puré de raíz de apio (celery root) y eneldo rostizado. Extraordinario. De esos platillos que uno tiene que pausar de emoción después del primer bocado. Además de que vale la pena probarlo por ser un platillo que se prepara en muy, muy pocos restaurantes y no con la perfección con que lo hace The Musket Room.


El mero es uno de los mejores pescados que he comido últimamente.  Cocinado a la temperatura perfecta, está preparado con corazones de alcachofa, puré de alcachofa, mejillones en vinagre y una espuma de queso parmesano.  Me pirateo la receta para hacerla en casa.


El menú también siempre ofrece una opción para vegetarianos. Por ejemplo, esta temporada se ofrecen gnocchis de tofú en salsa de tomate y champiñones, que se comentó estaban muy buenos.  Mis acompañantes también elogiaron el pato, preparado con zanahorias y fresas verdes.

El menú de postres, preparados por el chef de repostería Rob Rohl, ofrece seis opciones y refleja la misma atención y delicadeza en el balance de sabores y la presentación artística que los platillos salados.  En esta ocasión, probamos el pastel Pavlova de maracuyá, cubierto por una tapa de merengue y acompañado de crema y fresas, así como el pastel de miel, el cual consiste de un rollito de pastel con requesón de limón, acompañado de betabel (si, y sabe muy bien), helado de aceite de oliva (una típica combinación para el pastel de miel) y bavois. Bastante buenos ambos, aunque no son las estrellas del menú.



The Musket Room también ofrece dos menús de degustación, uno con seis platillos por $75 y otro con diez platillos por $115. Las porciones en el segundo son bastante más pequeñas, pero ofrece más variedad. En lo particular, me parece una mejor opción por el factor precio/cantidad el menú de seis platillos.

Si tienen tiempo, vale la pena llegar un poco antes y pedir unos tragos en la barra, pues su menú de bebidas y cocteles es muy bueno, además de que el espacio es bastante agradable y el diseño del restaurante es moderno minimalista, pero elegante.  Y es en la pared detrás de la barra donde uno encuentra el mosquete que le da el nombre al restaurante.

Tras mi segunda visita al restaurante, coincido con la Guía Michelin.  The Musket Room tiene muy bien merecida su estrella.


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