Friday, March 28, 2014

Hudson Malone: La Nueva Era del Bar Neoyorquino en Midtown

por Benjamín Nava
Doug Quinn nunca imaginó que iba a ser despedido por hacer su trabajo. Y gracias a eso, lo impulso a abrir su propio bar, un nuevo lugar con la esencia típica de Nueva York.


La historia comienza en uno de los bares más antiguos de Nueva York, el afamado P. J. Clarke's de Midtown. Por casi diez años, Quinn se había ganado una excelente reputación detrás de la barra. Era amable y atento con toda la clientela, recordaba sus nombres y las bebidas que pedían. Mantenía un buen ambiente y era querido por todos los que acudían frecuentemente al lugar.

Esa noche, un cliente del lugar, adinerado y ya entrado en años (y también en copas), había tocado inapropiadamente a tres mujeres jóvenes en el bar. Quinn le pidió al cliente que se retirara, pero éste lo agredió verbalmente

Quinn pidió la intervención del gerente en turno para que interviniera. Pero el gerente llevó al cliente al comedor trasero y le dio de cenar. Quinn quedó perplejo y le reviró al gerente su decisión. "Estás fuera de lugar" le dijo Quinn a su jefe.

Quinn y su asistente fueron reprendidos. Más tarde, ambos fueron despedidos.

Este incidente fue lo que finalmente impulsó a Quinn a crear Hudson Malone.



Ubicado en la calle 53 en el Midtown-East, Hudson Malone es un "nuevo bar antiguo", donde se honra la influencia y la historia de los bares de antaño, icónicos en Nueva York. Cada rincón tiene cierto encanto, algo especial.  Ya sea en el bar o en la mesa comunal de la parte trasera, todo pareciera que siempre ha estado ahí desde hace años.


El trato es distinto a cualquier otro lugar. Desde la misma entrada uno percibe que en Hudson Malone no hay espacio para malas vibras y actitudes negativas. Quinn mismo tiene un pizarrón con algunos principios con los que se rige el lugar:


En el menú resaltan los sandwiches, ensaladas, los ostiones y las hamburguesas. El segundo piso, que abre próximamente, ofrecerá coctelería y un ambiente más acogedor.


El ambiente varía de acuerdo a la hora y el día. Por las noches, Quinn estará por ahí con su corbata de moño, su sonrisa, despachando cervezas, vinos y tragos a propios y extraños.


Hudson Malone es ideal para los que buscan una nueva alternativa en Midtown, o para los que visitan y quieran descubrir la nueva era del bar neoyorquino.


Hudson Malone
218 East 53rd St.
Entre 2nd and 3rd Ave.

Síguenos:
https://twitter.com/placeryrinconNY
https://twitter.com/LamedVavnik16
https://twitter.com/benofonte


Tuesday, March 18, 2014

Café Boca Ciega: Café Cubano de Calidad

por Benjamín Nava

Una de las ventajas de esta ciudad es poder encontrar lugares de todo tipo. Y aunque a veces uno cree que ya lo ha visto todo, de pronto aparecen nuevas opciones. Y el café no es una excepción.

Nueva York ha resurgido en los últimos años como una ciudad donde ya se puede encontrar buen café en todas partes. Este fenómeno lo hemos seguido de cerca en este blog con nuestra serie "La Proliferación del Buen Café". A pesar de la saturación de locales y la competencia, los locales siguen abriendo.

Es así como en pleno Broadway, a unas cuantas cuadras al sur de Canal St., aparece de pronto un local pequeñito ofreciendo café desde una ventana con un toldo de rayas blancas y negras.




Café Boca Ciega es la creación de Osiel Rojas y Joel Morejón que, después de buscar por 15 años una buena taza de café cubano en Nueva York, decidieron ofrecerlo ellos mismos y abrir su propio local.

El café estilo cubano se caracteriza por añadir azúcar durante la preparación del espresso y en utilizar café de tueste obscuro. En Estados Unidos, principalmente en la Florida, es popular encontrar locales que lo ofrezcan. Pero en Nueva York, hay muy pocos.


Con esto en mente, Café Boca Ciega abre su ventana de 7 am a 7 pm ofreciendo, además de café tradicional, las variaciones de café cubano: un cafecito (espresso con azúcar), una colada (espresso grande para compartir). También tienen el delicioso cortadito (espresso con un toque de leche caliente), y café con leche. Para acompañar, se ofrecen unas cuantas opciones dulces: varios tipos de galletas, tostada dulce, un delicioso flan y varios pastelitos. Cuentan con tés Harney & Sons y una variedad de refrescos cubanos.


En nuestra segunda visita, probamos el cortadito. Es intenso, como un jarabe lleno de sabor. Hay que tomárselo despacio y  saborearlo lentamente. Es una gran opción por si andan de compras por Canal St. o saliendo de un dim sum en Chinatown. 



Pasen a Boca Ciega, no se arrepentirán.

Monday, March 17, 2014

Notas Breves: Snacks en Midtown - The Wayfarer

por Raquel Bierzwinsky

Para aquellos que se encuentren en Midtown West después de salir del MOMA, de un concierto en Carnegie Hall o solamente paseando y que estén buscando un lugar para comer algo ligero, tomar unos tragos y picar algo de comer, el recién estrenado The Wayfarer es una muy buena opción. Ubicado en la esquina de la calle W57 y la 6a avenida, The Wayfarer es el restaurante del también recientemente abierto hotel The Quinn. 

El lugar se especializa en mariscos y pescados. El menú ofrece mariscos frescos, como almejas, ostiones (ostras), cangrejo y cocteles de mariscos. También ofrece una pequeña, pero muy bien preparada, selección de crudos y clásicos americanos como lobster roll y New England clam chowder. 

Parte de lo que me gustó de este lugar es que no se siente como la típica versión de un steakhouse americano para mariscos, aunque la decoración pudiera sugerirlo un poco.  El lugar es abierto y elegante, pero con toque de modernidad. Toda la comida y los cocteles de bebidas tienen una presentación impecable; se les ha dedicado mucha atención, sin que esto vaya en detrimento de la calidad de los mismos.

Las entradas son ligeras, pero llenas de sabor. La ensalada de corazones de alcachofa es muy recomendable, acompañada de una vinagreta de mostaza, microgreens, queso ricotta y mermelada de cítricos. 


Los crudos sobresalen por la alta calidad del pescado. El crudo de atún hamachi acompañado de palmitos finamente rayados y naranja roja (blood orange) sobresale por el balance de sabor y frescura. También ofrece The Wayfarer un crudo de atún con aguacate en salsa de soya y limón que, aunque es un platillo que más comunmente se encuentra en restaurantes hoy en día, sigue valiendo la pena. 


Y de los clásicos, el lobster roll resultó una grata sorpresa, preparado de manera clásica pero con un toque de paprika y old bay para darle un twist un poquito diferente. El pan está horneado en casa y es un perfecto acompañante de la langosta.


Un par de aclaraciones. The Wayfarer no es un bastión de la creatividad culinaria, pero lo que preparan lo preparan bastante bien. Esto cuenta mucho, especialmente en una zona de la ciudad donde muchas veces los restaurantes pueden ser mediocres. Asimismo, debido a su ubicación y al hecho de que es un restaurante anexo a un hotel, los precios son a nivel turista, es decir, mucho más altos que la media en Nueva York.   

Thursday, March 6, 2014

Una perla en the Bowery: Pearl & Ash


Por Raquel Bierzwinsky

Ubicado del otro lado de la avenida sobre la cual solía residir la icónica cuna del rock en Nueva York, CBGB's, se ubica uno más en la lista de recientes y excelentes restaurantes de esta ciudad con interminables joyas culinarias. La joya en esta ocasión es una perla. Pearl & Ash, ecléctico concepto del chef Richard Kuo, quien trae multitud de sabores representantes de su experiencia culinaria en Thailandia, Australia, como aprendiz de Wyllie Dufresne y como responsable del restaurante escandinavo "pop up", Frej. La magia del chef Kuo consiste principalmente en su combinación de texturas y en su uso de una amplia combinación de productos e ingredientes, en ocasiones poco convencionales, que resultan en sabores intensos, pero al mismo tiempo limpios, frescos y ligeros. Los "crudos" se deshacen en la boca, lo condimentado explota con sabor y lo delicado se balancea en el paladar. Todo lo que he comido allí me ha encantado, desde los entremeses hasta el postre.

El menú se divide en entradas, crudos, platos pequeños, pescados, carnes, vegetales y dulces.

El gran aplauso de la noche (con ancore y todo) se lo llevó el pulpo a las brasas con shiso y semillas de girasol. Una experiencia religiosa. De los mejores pulpos que he probado y eso es mucho decir, puesto que el pulpo a las brasas es de mis platillos favoritos. Mi reacción de placer fue tal que convencí a una persona kosher, que nunca había probado mariscos, a comerlo. Y obviamente le fascinó.  El pulpo está condimentado a la perfección, quemado por fuera pero tierno por dentro y servido en una cama de puré de las mismas semillas de girasol y garbanzo.  Obligatorio.


Muy de cerca, en la categoría de los crudos, el callo de hacha (diver scallops), preparado con creme fresh, tomate verde y chips de elote (corn nuts) es espectacular en su frescura y balance de sabores y texturas.


El crudo de pescado fluke con semillas de mostaza y pepino abre el paladar con su frescura y la potencia de las semillas de mostaza. Sabor delicado pero potente.



La tártara de carne es otra de mis entradas favoritas. Su preparación es distinta a las clásicas carnes tártaras, puesto que la yema del huevo se coloca no sobré la carne, sino como base del plato y la carne está cubierta de trozos de pan melba y chips de cacao. Muy diferente y muy recomendable.


De los platillos principales, el bacalao (cod) preparado en leche de coco, albahaca tailandesa (Thai basil) y hierba limón (lemongrass) tiene un balance delicado y extraordinario, lleno de sabor, sin dejar que un ingrediente en particular abrume la combinación ni que la naturaleza salada del bacalao modifique los sabores del platillo. Esta es una de las mejores interpretaciones del mismo que he probado.



Compitiendo con el bacalao para llevarse el premio de platillo principal favorito está la langosta, preparada en una salsa beurre blanc con vainilla, acompañada de champiñones black trumpet, pera anjoú rostizada y finas rayaduras de pera cruda para contrastar texturas.  Esta también fue un hit con mi acompañante, quien después de esta experiencia y al día de hoy se sigue preguntando cómo es que vivió tantos años sin haber probado los mariscos.


En la categoría de vegetales, tienen que probar la coliflor con chiles shishito y avellanas rostizadas. De locos.

Y para postre, la repostería en Pearl & Ash es de primera, siguiendo el tema del balance de sabores intensos pero delicados. El pastel de queso con galleta María, pistaches y sorbete de naranja roja (blood orange) es una deliciosa opción para cerrar la noche con algo no demasiado dulce, pero lo suficiente para satisfacer el antojo.


Pero si quieren algo más decadente, el pastel de chocolate con almendras y gelato de cereza me parece el mejor postre.  Además, la presentación es completamente diferente a lo que esperarían y bastante imaginativa.



Además de la gran comida, Pearl & Ash cuenta con una carta de vinos extraordinaria que no debe pasar por desadvertida, con amplia variedad en tipos de vinos, uvas, regiones y precios. En cuanto al ambiente, el lugar es bastante divertido y es una excelente opción para salir con amigos o para una primera cita, pero ojo, no es un lugar particularmente íntimo, aunque se intenta hacerlo por la iluminación. El lugar está lleno todos los días, el volumen de la música es altísimo (y tienen preferencia por tocar playlists ochenteros) y a la gente que trabaja en la barra le da por hacer un gran show cada vez que abren una botella de champaña, como si fuesen a regalarla (lo cual definitivamente no hacen). Pero eso sí, se van a sentir 100% en Nueva York y van a comer delicioso.