Desde hace ya algunos años, Nueva York dejó de ser la ciudad en donde se tomaba café en Starbucks. En algún momento llegaron a ser más de 200 locales en la zona metropolitana. Afortunadamente, mientras más crecía la cadena de la sirena, más locales independientes comenzaron a abrir por todos lados, especialmente en Manhattan, donde hay una saturación de Starbucks mayúscula.
En esta primera entrega de la proliferación del buen café, les presentamos La Colombe.
Desde sus inicios en Philadelphia en 1994, La Colombe fue consolidando su excelente mezcla de granos en los mejores restaurantes de Nueva York y Philadelphia. Tuvieron la audacia de entrar en el territorio de Illy y arrebatarle la supremacía que tenía dentro de la industria restaurantera. Chefs de la talla de Daniel Boulud, Eric Ripert y Georges Perrier fueron los primeros en ofrecerlo en sus afamados restaurantes. Uno podía coronar una cena suculenta con un exquisito café de La Colombe en Daniel de Boulud, Le Bernardin de Riper y en el difunto Le Bec Fin de Perrier en Philadelphia.
Desde el comienzo, La Colombe evitó la parafernalia y las opciones interminables que se venían ofreciendo en otros lugares. No hay menú. No hay saborizantes extras. No hay leche de soya. Vamos, ni siquiera hay baño ni señal de internet. Éste es un lugar donde exclusivamente se va a tomar buen café.
Las opciones de bebidas se limitan a lo tradicional: café regular, café americano (espresso rebajado con agua) espresso, macchiatto, cortado o gibraltar (como ellos lo llaman), capuccino, latte y café helado (café regular, hielo y un shot de espresso). Igualmente ofrecen su mezcla especial de cafe helado embotellado.
Por un tiempo fui gran fan del latte. Pero últimamente prefiero un café americano sin azúcar. A lo mejor es la edad, o la evolución de mis gustos, prefiero dejar el latte para una ocasión especial. Si planeo pasar más tiempo de lo que dura el americano, pido un gibraltar, que lo sirven en vaso de vidrio.
Aunque La Colombe ofrece distintas mezclas de café en grano, sólo 3 de las variedades se ofrecen en los cafés para bebidas preparadas: Corsica para café regular. Nizza se utiliza para espresso. Finalmente la descafeinada es Montecarlo.
El café en TriBeCa no es grande. Tiene menos de diez mesas, dos máquinas de espresso. Con dos puertas, una por Lispenard y la principal por Church, el tránsito de gente hace que el café se sienta de mayor espacio de lo que realmente es. Otra de las particularidades de La Colombe es su vajilla. Utilizan platos y tazas italianas pintadas a mano. Azules o Rojas dependiendo del local.
Además del local en TriBeCa, le siguieron dos cafés en Manhattan (NoHo y SoHo). Mi favorito sigue siendo el de TriBeCa. Aunque hay mucha gente por las mañanas, la mayoría de la gente pide su café para llevar. Así, algunas mesas están libres para poder pasar un rato agradable, leyendo un buen libro, o sólo para mirar a la gente que viene y va. Todo esto mientras se saborea un delicioso café.
La Colombe no sólo está disponible en sus locales propios. Existen distintas cafeterías independientes que ofrecen café de La Colombe en sus locales como Saturdays Surf NYC. (www.saturdaysnyc.com)
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